* El nuevo espacio se ubica en el bajo del que, actualmente, es el edificio residencial más alto de Valencia: la Torre Ikon, en la Avenida Cortes Valencianas.
* Los hermanos y propietarios Salva y Pablo Martínez (GyF) traen a la capital su concepto más gastronómico hasta la fecha, basado en la calidad del producto.
* Los hermanos y propietarios Salva y Pablo Martínez (GyF) traen a la capital su concepto más gastronómico hasta la fecha, basado en la calidad del producto.
Un aterrizaje nunca es sencillo, sobre todo cuando las expectativas son altas. En este caso se combinan ambos elementos: la llegada de un nuevo espacio gastronómico a Valencia, con la firma del grupo restaurador El Gordo y El Flaco, y su situación en la planta baja del rascacielos más popular del momento, la Torre Ikon. El Gordo de Cortes constituye una apuesta muy seria, con cocina basada en el producto de calidad y una sala cuidada al extremo. “Tras El Gordo y El Flaco de Bétera, queríamos ir un paso más allá y generar un espacio que siguiera la tradición local, pero tuviera aire refinado”, explican los hermanos y propietarios Salva y Pablo Martínez (GyF).
Y así ha sido, porque bajo una estética elegante y minimalista -de la mano del arquitecto Antonio Altarriba-, el restaurante no deja de servir platos de mercado y recetas tradicionales, solo que actualizadas y presentadas de forma más elegante. Todo ello se combina con un interiorismo distinguido, a partir de materiales y mobiliario de primer nivel, como cabe esperar de un espacio situado en el bajo de Ikon (Avenida Cortes Valencianas, 47). El edificio residencial, diseñado por Ricardo Bofill y con más de 110 metros de altura, aspira a convertirse en ‘icono’ nada más acceder a la ciudad de Valencia. E igualmente, el restaurante de El Gordo y El Flaco (GyF) desea ser el emblema gastronómico del grupo hostelero nacido en Bétera.
De esta manera, El Gordo de Cortes se suma a los más de veinte establecimientos con los que ya cuenta la compañía en toda la provincia, bajo las firmas Lamburguesa, Paffuto, Taberna Gordinflón, La Mar de Flaca, Delgadito Gastrobar y El Gordo y El Flaco.
Cocina de mercado
“Era momento de revisitar los clásicos de siempre, pero sumar algo más”, explica Salva. Para alcanzar la excelencia, el restaurante cuenta con el chef Rubén Puchol, quien tiene 15 años de trayectoria y está especializado en la cocina de producto preparada a fuego lento. Entre sus objetivos está “recuperar las largas cocciones y las elaboraciones cuidadas de toda la vida, aquellas que nos recuerdan a la cocina de siempre, la del ‘chup chup’ que ya no se practica con frecuencia”, afirma. Lo cual no exime de que haya algunos platos más internacionales, puesto que “estamos en una ubicación donde también hay público turista, de negocios y gente más joven”, admiten.
Por tanto, la carta, disponible todos los días del año, en horario de 13.00 a 23.30, está dividida en varias secciones: la de ibéricos y quesos, los entrantes fríos y calientes, y los platos principales. En este punto, pasamos a las carnes a la parrilla, una de las fortalezas del establecimiento, así como a las fideuás y arroces, preparados a partir de producto fresco y de calidad. Por supuesto, también hay tapas clásicas y dulces icónicos. ¿Con más detalle? Aquí va un pequeño adelanto de algunos de los platos que pueden degustarse en El Gordo de Cortes, conocidos por todos, solo que revisitados desde su fogón:
La sepia encebollada, un entrante caliente para abrir el apetito. La cebolla, que es el primer paso para darle forma, se pocha lentamente durante 7 horas, para después acompañarse de huevo a baja temperatura y tierna papada ibérica.
La titaina, un clásico originario del barrio de El Cabanyal, donde siempre se ha practicado una cocina marinera debido a su proximidad a la costa. La titaina de El Gordo de Cortes es ligeramente diferente, dado que el atún se prepara a baja temperatura, logrando una textura suave que se desmiga en el plato. En último lugar, se le añaden encurtidos, copos de bonito ahumado y un huevo frito.
Y por supuesto, la famosa paella valenciana de pollo, conejo y pato, además de alcachofas y caracoles, conforme establece la tradición. Con ingredientes frescos y una fina capa de arroz, imprescindible si visitas el restaurante. También destaca el arroz al horno, el de toda la vida, cocinado en cazuela de barro.
Son solo algunos ejemplos de esa propuesta gastronómica casera, que se completa con carnes como el entrecot de Mamet o la vaca rubia gallega, y los pescados salvajes, entre los que se cuenta la pieza de kilo de rodaballo o el gallo de San Pedro, ambos servidos enteros en la mesa. Y por supuesto, fuera de carta, dado que dependen del mercado.
¿Con qué acompañarlos? En lo que a carta líquida se refiere, el restaurante cuenta con una amplia bodega de vinos blancos, tintos y rosados. De diferentes denominaciones de origen, de modo que la travesía puede empezar con un AS Sortes (D.O. Valdeorras), el Ossian Verdejo (Viñas Viejas de Segovia) o un clásico Castillo de Ygay (D.O. Rioja), para acabar regresando a casa con un Materia Bobal (D.O. Utiel-Requena). Y por supuesto, las referencias internacionales, que viajan desde Francia hasta Argentina.
Por todo lo alto
Así es como El Gordo de Cortes quiere llegar a la ciudad: por todo lo alto. Y no solo gastronómicamente hablando, puesto que también el diseño responde a una propuesta ‘de altura’, dada la importancia que tiene la sala en la experiencia del restaurante. Para vestir el local, el grupo ha contado con la firma Antonio Altarriba Arquitectos, que ha pensado en un interiorismo “capaz de transportar al comensal a un entorno de lujo". El local tiene capacidad para 90 personas, además de dos reservados -el Redondo o el Imperial- que pueden acoger hasta a 16 comensales. ¿Y la terraza? Aunque todavía no está estrenada, el restaurante ya está trabajando en una propuesta de cara al buen tiempo.
Cobran protagonismo los amplios ventanales, que iluminan cualquier rincón del local, y se suma la sofisticación de la madera y la porcelana. “Teníamos claro que, aunque fuera una localización única por sí misma, la decoración era muy importante, y en este sentido, buscábamos la sobriedad y la elegancia”, destacan los hermanos Martínez, porque “el espacio ha de acompañarte en la experiencia y, sobre todo, invitarte a volver siempre que quieras”. Lo saben bien, gastrónomos como son, y amantes del producto y el vino, que también tienen gran protagonismo en su casa madre de Bétera: El Gordo y El Flaco.
A veces, el placer requiere de cierta altura. Porque desde arriba, podemos mirar con perspectiva y contemplar todo el recorrido. La llegada de El Gordo de Cortes no es pura casualidad, sino fruto del esfuerzo por resignificar la gastronomía que este grupo valenciano lleva haciendo desde 2009. “Ahora es momento de consolidar la apuesta. Como apasionados de lo culinario, nos hacía falta dar el paso con un proyecto de esta categoría, para sentirnos de verdad realizados”, concluyen Salva y Pablo Martínez.
Tendrán tiempo de disfrutar de las vistas.
La sepia encebollada, un entrante caliente para abrir el apetito. La cebolla, que es el primer paso para darle forma, se pocha lentamente durante 7 horas, para después acompañarse de huevo a baja temperatura y tierna papada ibérica.
La titaina, un clásico originario del barrio de El Cabanyal, donde siempre se ha practicado una cocina marinera debido a su proximidad a la costa. La titaina de El Gordo de Cortes es ligeramente diferente, dado que el atún se prepara a baja temperatura, logrando una textura suave que se desmiga en el plato. En último lugar, se le añaden encurtidos, copos de bonito ahumado y un huevo frito.
Y por supuesto, la famosa paella valenciana de pollo, conejo y pato, además de alcachofas y caracoles, conforme establece la tradición. Con ingredientes frescos y una fina capa de arroz, imprescindible si visitas el restaurante. También destaca el arroz al horno, el de toda la vida, cocinado en cazuela de barro.
Son solo algunos ejemplos de esa propuesta gastronómica casera, que se completa con carnes como el entrecot de Mamet o la vaca rubia gallega, y los pescados salvajes, entre los que se cuenta la pieza de kilo de rodaballo o el gallo de San Pedro, ambos servidos enteros en la mesa. Y por supuesto, fuera de carta, dado que dependen del mercado.
¿Con qué acompañarlos? En lo que a carta líquida se refiere, el restaurante cuenta con una amplia bodega de vinos blancos, tintos y rosados. De diferentes denominaciones de origen, de modo que la travesía puede empezar con un AS Sortes (D.O. Valdeorras), el Ossian Verdejo (Viñas Viejas de Segovia) o un clásico Castillo de Ygay (D.O. Rioja), para acabar regresando a casa con un Materia Bobal (D.O. Utiel-Requena). Y por supuesto, las referencias internacionales, que viajan desde Francia hasta Argentina.
Por todo lo alto
Así es como El Gordo de Cortes quiere llegar a la ciudad: por todo lo alto. Y no solo gastronómicamente hablando, puesto que también el diseño responde a una propuesta ‘de altura’, dada la importancia que tiene la sala en la experiencia del restaurante. Para vestir el local, el grupo ha contado con la firma Antonio Altarriba Arquitectos, que ha pensado en un interiorismo “capaz de transportar al comensal a un entorno de lujo". El local tiene capacidad para 90 personas, además de dos reservados -el Redondo o el Imperial- que pueden acoger hasta a 16 comensales. ¿Y la terraza? Aunque todavía no está estrenada, el restaurante ya está trabajando en una propuesta de cara al buen tiempo.
Cobran protagonismo los amplios ventanales, que iluminan cualquier rincón del local, y se suma la sofisticación de la madera y la porcelana. “Teníamos claro que, aunque fuera una localización única por sí misma, la decoración era muy importante, y en este sentido, buscábamos la sobriedad y la elegancia”, destacan los hermanos Martínez, porque “el espacio ha de acompañarte en la experiencia y, sobre todo, invitarte a volver siempre que quieras”. Lo saben bien, gastrónomos como son, y amantes del producto y el vino, que también tienen gran protagonismo en su casa madre de Bétera: El Gordo y El Flaco.
A veces, el placer requiere de cierta altura. Porque desde arriba, podemos mirar con perspectiva y contemplar todo el recorrido. La llegada de El Gordo de Cortes no es pura casualidad, sino fruto del esfuerzo por resignificar la gastronomía que este grupo valenciano lleva haciendo desde 2009. “Ahora es momento de consolidar la apuesta. Como apasionados de lo culinario, nos hacía falta dar el paso con un proyecto de esta categoría, para sentirnos de verdad realizados”, concluyen Salva y Pablo Martínez.
Tendrán tiempo de disfrutar de las vistas.
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